lunes, 18 de mayo de 2009

-Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, Afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Y están las que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco de la ventana y ahí mismo se tiran, casi puedo ver la vibración del salto, sus patitas desprendiéndose en ese grito que las emborracha en ese nada del caer y aniquilarse. -...Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra porque no quiere caerse, ya es una gotaza que cuelga majestuosa... -y de pronto...-zup, plaf, -Ahí va...deshecha, nada, una viscosidad sobre el mármol. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gota. Adiós.

Aplastamiento de las gotas, Julio Cortázar
Y al final, se dio cuenta de que estaba sola.

Del temor y la esperanza a la nausea, sin puentes de paso, sin advertencias, en una sola bofetada. El tiempo se esfuma. Las palabras... también.
-todo lo que no vemos es inmenso.
Dicen que el paso del tiempo tiene un efecto sedante; que es como el mar limando las aristas de las rocas. Que el tiempo todo lo cura y amaina las tormentas. Asomada al silencio, mirando más allá del interior de mis pupilas puedo ver un grito agarrado a la garganta, y tormentas, tornados, furia, fuego. Siento un animal agazapado y el rescoldo de una revolución, la semilla de una guerra, el aullido de un beso, el latido de una semilla dispuesta a germinar. También dicen que un cubo de hielo no apaga una lengua de lava. Sigo en llamas, en carne viva, a flor de miedo, en el ojo de la tormenta. Trato de olvidar, pero siempre, irremediablemente, se me hace tarde.
Hoy traté de escuchar algo de la música que dejaste por acá, como una estela de tu paso. Traté, pero terminé tragándome el vacío de no poder traerte con una palabra. Aún estoy en el intento de saber qué hice mal para que abrieras las heridas que ahora me sangran. Y a pesar de todo te quiero a mi lado, y debido a todo no quiero pasar por esto. Y a veces estoy muerta, y otras veces me dan ganas de huír. Hay días que siento rabia y no sé por qué sostener las notas de la misma canción.

El dí­a se ha ido torciendo poco a poco, como el tronco de un árbol centenario, apresado por la terca enredadera de mi soledad. Hoy el espejo me ha devuelto la imagen nítida de los nombres que perdí dibujados en la pupila.

Amenaza lluvia.

Febe "Sin saldo"
Husmeadórov.--- (...) ¡Correr, dejarlo todo y correr sin mirar atrás! ¿A dónde? No importa a dónde... Pero escapar de esta vida puerca, vulgar y barata (...); escapar de la música, de la cocina, del dinero, de todas esas mezquindades y vulgaridades... Y detenerse en algún lugar lejos, muy lejos, en el campo, y quedarse allí quieto como un árbol, como un poste, como un espantapájaros, bajo un cielo ancho y mirar toda la noche cómo, encima de uno, flota una luna clara, recién nacida. ¡Y olvidar, olvidar! (...)
Sobre el daño que hace el tabaco - Anton P. Chéjov
Es tan solo cuestion de dejarlo salir, de desaprender lo aprendido, de desprendernos de las murallas que hemos edificado para protegernos, de derrumbar las mascaras que nos hemos ido poniendo con los años y dejar aflorar al niño que todos llevamos dentro y abrir la puerta a la locura interna.

Fragmento de "El cuerpo poético" Jacques Lecoq


No quiero caer, no quiero darme por vencida. Pero el dí­a es tan largo, tantas horas, tan poco sueño, tan pocos sueños. Me duelen los huesos de temblar lejos de tus manos, la esperanza se me pierde cada vez que miro un calendario y veo nuestras vidas al margen de nuestra vida. No quisiera rendirme. Pero tengo perdida la esperanza, sin fe en la palabra regreso, me pesa el corazón y me escuecen los ojos. Estos dí­as están siendo complicados. Tengo sed, tengo frío. Estoy asustada. Tengo una pistola. Los aviones vuelan demasiado deprisa en dirección opuesta.
"Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo. Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen silencio, ni pueden comprarlo. Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen piernas que se han olvidado de caminar, como las alas de las gallinas se han olvidado de volar. Pobres, lo que se dice pobres, son los que comen basura y pagan por ella como si fuese comida. Pobres, lo que se dice pobres, son los que tienen el derecho de respirar mierda, como si fuera aire, sin pagar nada por ella. Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen más libertad que la libertad de elegir entre uno y otro canal de televisión. Pobres, lo que se dice pobres, son los que viven dramas pasionales con las máquinas. Pobres, lo que se dice pobres, son los que son siempre muchos y están siempre solos. Pobres, lo que se dice pobres, son los que no saben que son pobres".
Vas a sentir lo que esperabas sentir, vas a ver todo lo que querías ver, vas a tener aquí todo lo que querías tener, y te acercaras, como llevado por un halo de locura hacia todo lo que estabas deseando, y cuando por fin estes a punto de tomar contacto todo se desvanecerá en el aire como tu silencio desvaneció cada uno de mis suspiros.

Soñé con Diego Rivera y Frida Kahlo. Soñé en sumar, soñé en mezclar tus palabras con las mías, tus tormentas con mis pinceles, tu mirada con mi cámara. Evidentemente soñé. Ahora tengo que aprender que no se debe soñar, que no soy alquimista, que solo soy un cuchillo con la hoja a medio afilar. Estoy pintándome, aunque no te des cuenta, del color del horizonte. Y seré invisible, y no seré más. Y entonces será inútil buscarme. Y nunca más tendrás que sumar, ni soñar.

Febe "Sin saldo"
Desde que estoy muerta escribo poco y mal. De eso ya ha tenido que darse cuenta todo el mundo. Desde que estoy muerta todo me resulta extraño, nada me extraña, me duelen las sienes, tengo frí­o y al hablar las palabras me salen de afuera hacia dentro, así que no consigo que me escuchen. Desde mi muerte duermo mal, me asusto con el ruido de mis huesos rechinantes y el dolor que produce tener el corazón congelado. Desde que estoy muerta me crece el pelo más deprisa, y ya casi lo arrastro como las novias el velo. Desde que estoy muerta nadie se acuerda de mi. Es más fácil olvidar que acordarse y dar señales de ello. Quizás la gente que olvide sea mas hermosa, apenas sin huellas, sin rastros ni cicatrices. Yo nunca supe olvidar, ahora ya da lo mismo porque soy un cadáver, pero debo ser un cadáver muy feo, todo lleno de remiendos y agujeros. Desde que estoy muerta da la sensación de que no estuviera. Los días pasan fácil sin mi, sin ti, sin nada que altere el simple deslizarse de las horas por las agujas de mi reloj parado.

Se cometen errores bajo las estrellas, errores feos como casas abandonadas, o tristes como niños olvidados, a pesar de la belleza de la noche o las intenciones.

Es un error tratar de alcanzar el cielo, igual que las palmeras tratan de acariciar las nubes con las palmas de sus ramas.

Es un error tratar de llenar el hueco en donde deberías estar vos con otra piel y otros labios. Primero trae sonrisas, después un ataúd con sonido de cantos de sirena.

Hay dos o tres cosas que te pediría y no puedes darme, hay un par de cosas que ni siquiera podés tratar de hacer y que yo no tengo derecho a mencionar, así­ que pongo trocitos de hielo en mi garganta para adormecer los deseos que quisiera contarte.

No siempre son fáciles las cosas bajo la noche, al borde de nuestro océano; no lo son en mi lado de la orilla, imagino que de tu lado hoy por hoy tampoco son mejores.
Me pregunto qué parte es la que no comprendo, y me respondo que todas. Hay alguna pieza que he debido olvidar, y por eso es que todo funciona al revés. Y es por eso que nadie dice justo lo que deseo escuchar, y es por eso que de noche no me salen las cuentas bajo las sábanas y por la mañana hay menos tazas de café en la cocina. Y más tormentas en mi cabeza.
Sueño que no todo está a oscuras, que las palabras aún tienen ganas de juntarse y que no hay un agujero en mi cabeza que me mantiene en estado de vegetal, sueño que no tengo miedo.

El tiempo se me hace como una especie de ente elástico que se estira y se encoge. Algunas veces no hay modo de transitarlo y avanzar, otras veces, en cambio es tan estrecho que apenas si da lugar a respirar.
Hay silencios sonoros. Silencios que producen más estruendo que mil tormentas. Silencios extraños, iguales al silencio de después de una explosión, desoladores. Hay silencios que no te dejan dormir y hacen que el mundo gire deprisa. Hay silencios que te taladran los tí­mpanos y te aprisionan bajo un mar de preguntas. Rompe el silencio. Rompelo, aunque sea por un segundo.

Tratar de alcanzar aquello que se nos niega, tratar de olvidar la marca del diamante sobre el cristal, tratar de quedarse quieto cuando todo gira alrededor. Quedarse en el intento. Oir sin escuchar lo que no debe escucharse. Deslizarse por el contorno de una piel ajena. No atesorar pronombres ni adjetivos posesivos.


Porque el amor no existe, solo existen las pistolas cargadas.
Hoy siento que mis sueños son rojos. Me muevo en una marea de sol y energía; que me avisa: La serpiente va a cambiar la piel... Ha llegado el perro. Los que lo conocen saben que el perro es ese alter ego que me empuja a envenenarme y mirar desde afuera como todo se va estropeando. El perro bebe ron y tequila y se ha instalado en mi sofá; lo sé porque mientras escribo esto puedo sentir su mirada congelada clavada en mi nuca.
Desde mi silencio, desde la sombra que me mantiene fusilada contra la pared.. sin aliento, sin piel, con la mirada volada, borrada... cuando tus ojos se esconden me asustas y me encerras en una jaula.. disparame dardos de nostalgia, vomitá lágrimas teñidas de negro.
Je ne crois pas en toi, ne crois pas en eux, ne crois pas en moi.

La vida está podrida de juegos.
Suena bastante tentador pero da miedo.
Saber que hay detrás de la pared.
Me asfixio.
Has vuelto a mentir.
Escondes tu cara en el sur para no ser descubierta.
La sonrisa pícara, las manos temblorosas, la respiración entrecortada podría delatarte.
Pero aquí, aquí no importa.
Aquí no te ve nadie y si te ven pasas como una loca. Una loca bien vestida y bien pintada. Mirando coquetamente a cada hombre maduro que pasa. Estas desesperada. Tu interior podrido ha comenzado a apestar y la gente te mira mal. ¿Cómo esconderlo para que al llegar no se den cuenta?
Un poco de perfume no sirve. Necesitas de otras pieles. Pieles varias. Sabores varios. Intercambios… Vas a arrancar nuevamente algunas bocas, entre la sangre que salga por sus labios te comeras sus lenguas para dejarlos a todos mudos.
Hacerlo todo y mal.
Decir las palabras al revés, lanzar las palabras equivocadas, pronunciar aquello que hiere.
Pisar, destrozar todo lo que encuentro a mi paso, mirarte a los ojos y sacártelos con una cuchara. Presionar, destruir, olvidar, abandonar, aburrir, desperdiciar, tirar, calcinar. Errar.
Hacerlo todo y mal.
Ser un agujero negro.

Respeto para el alma que los terrenos lazos triunfante desató; que ahora luminosa flotando en el abismo ve amigos y contrarios que del infierno mismo al cielo se lanzó.
E. A. Poe