lunes, 18 de mayo de 2009

Dicen que el paso del tiempo tiene un efecto sedante; que es como el mar limando las aristas de las rocas. Que el tiempo todo lo cura y amaina las tormentas. Asomada al silencio, mirando más allá del interior de mis pupilas puedo ver un grito agarrado a la garganta, y tormentas, tornados, furia, fuego. Siento un animal agazapado y el rescoldo de una revolución, la semilla de una guerra, el aullido de un beso, el latido de una semilla dispuesta a germinar. También dicen que un cubo de hielo no apaga una lengua de lava. Sigo en llamas, en carne viva, a flor de miedo, en el ojo de la tormenta. Trato de olvidar, pero siempre, irremediablemente, se me hace tarde.

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